miércoles, 8 de octubre de 2014


"En el principio", comienza San Juan diciendo en su Evangelio, "era el Verbo y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios". Al principio, en la Edad conocida como de Oro, existió tal grado de espiritualidad que hoy día sería incomprensible; y, en cambio, el desorden y banalidad actuales, son reflejo sintomático de lo contrario: de la materialidad. Así pues, la única finalidad digna que tenemos, dependerá del grado en que nos unamos con el Verbo, cual antesala del misterio de la Encarnación; y, en dicha linea, deberíamos recordar, en todo momento, la intersección de la figura mediadora del Verbo: "nuestro" ángel, guardián y servidor de nuestra alma.

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