sábado, 21 de junio de 2014


Así como el Diluvio de Noé sirvió de inmolación a la tierra en la “noche de los dioses”, para renacer transmutada tras su muerte, amén resucitada, así nuestra propia alma debe atenerse al dolor y carencias inherentes a su propio devenir existencial, cual “noche iniciática” que considerar propicia.

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