viernes, 27 de junio de 2014


“Hay cuatro clases de sueños: a causa de enfermedad física, de pasión provocada por amor, miedo u odio; a causa de la astucia del Maligno, cuyos sueños muestras cosas futuras u ocultas, cuyo conocimiento no tiene ninguna utilidad para el que sueña, pero puede favorecer la vana ostentación o ayudar a hacer algún mal. Y, por último, los sueños enviados por Dios, que nadie percibirá, a excepción que sea Dios quien los enseñe, seguidos de cierta iluminación y emoción interna del alma, por medio de las cuales ilumina Dios el espíritu, impresiona a la voluntad e instruye al hombre virtuoso” (Benoît Périer).

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