martes, 10 de junio de 2014


Es curioso que nuestro cuerpo cambie, envejezcamos; y, en cambio, nuestra conciencia parezca no poder hacerlo… ¿o sí? Deberíamos prestar más atención a nuestra mente; por ejemplo, con los recuerdos; algo que no existe y que puede llegar a obsesionarnos… “Quien conoce el gozo de la Inmensidad no siente temor alguno. No le atormenta el pensamiento: ‘¿Por qué no actué como convenía? ¿Por qué he errado?’ Aquel que sabe que el bien y el mal son relativos, alcanza el Sí mismo (el alma universal)” (Taittirîya Upanisad 2,9).

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