sábado, 21 de junio de 2014

 
“Tal como enseñan la Cábala, la Vedanta o el neo-Platonismo, el espíritu que mora en las profundidades puede trascender el alma; y es que ésta y todas sus manifestaciones –internas o externas- proceden del espíritu –que, no obstante, carece... de forma y discernimiento-. Y es que el espíritu sólo a sí mismo se conoce completamente.
El pensamiento, por otra parte, es solamente un plano individual que refleja lo inteligible; pero asimilado sólo en su forma mental, permitiendo que persista siempre un dualismo entre el sujeto y el objeto, de manera que realmente no nos conozcamos a nosotros mismos, más que de la forma mental que realizamos.
Así pues, la verdad no puede ser descubierta sólo a través de la reflexión –por naturaleza, dualista-; pero igualmente no podríamos hacerlo tampoco prescindiendo del pensamiento, puesto que si no hubiera tal relación, tampoco el hombre podría unirse conscientemente a ella. Y es que el pensamiento, cual eslabón que nos une al espíritu, no obstante, es al mismo tiempo quien se interpone como obstáculo” (Leo Schaya). Por el pensamiento, acabamos siendo el "ombligo del mundo" y creyéndonos que Dios no es necesario; por ende, tropezamos continuamente y, de manera obstinada, ante las posibilidades de enmienda, nos resistimos y escudamos en nuestro orgullo -incluso herido-. Hay pues que auspiciar la humildad, como antesala a "desarmarnos" debidamente ante la tiranía de la mente egoísta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

L a caligrafía arábiga tuvo su origen como comunicación entre los hombres y Dios; y Dios quiso comunicarse con sus fieles escogiendo a un ho...