martes, 10 de junio de 2014


Mitra llegó a una cueva y un cuervo, enviado por el Sol, le indicó debidamente cómo realizar el sacrificio con un toro, al que debía sujetar por el cuello y asestarle una daga en el costado, del que se vertió trigo y vino en vez de sangre. Mitra fue adorado en pequeños templos en forma de cueva, tutelados por su estatua representativa, en los que se sacrificaba así a un toro, destacando los ritos de iniciación y posteriores banquetes sagrados.

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