Inanna – Nin-nanna o Eanna- fue la deidad femenina más importante en la otrora Mesopotamia. Hija de la pareja lunar formada por Nannar y Ningal y pareja de Dumuzi, héroe de Uruk, simbolizó el arquetipo de la diosa madre, en la mitología sumeria. Como diosa del amor -y de la guerra-, fue emparentada con la egipcia Isis, la griega Afrodita , la romana Venus o la fenicia Astarté; y, entre los acadios, pasó a ser Ishtar.
A Inanna, como referente celeste, se le honraron numerosos templos (con asexuados sacerdotes y elaborados rituales que, con la llegada del equinoccio de primavera, celebraban mediante matrimonios sagrados (hieros-gamos) -así como una escogida prostitución sagrada-.
Inanna está igualmente relacionada con la resurrección, al descender del mundo celeste hasta el inframundo, donde se encuentra con la demanda de los difuntos, viéndose obligada a regresar transcurridos tres días. Por todo ello, Inanna ha quedado relacionada con la Estrella matutina o Lucero del Alba.
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